Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Corintios 15, 31-53

31 Cada día estoy a la muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús
Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte.

32 Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias ¿qué
provecho saqué? Si los muertos no resucitan, = comamos y bebamos, que
mañana moriremos. =

33 No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas
costumbres.»

34 Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros
quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.

35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo
vuelven a la vida?

36 ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere.

37 Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un
simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta.

38 Y Dios le da un cuerpo a su voluntad: a cada semilla un cuerpo
peculiar.

39 No toda carne es igual, sino que una es la carne de los hombres,
otra la de los animales, otra la de las aves, otra la de los peces.

40 Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor
de los cuerpos celestes y otro el de los cuerpos terrestres.

41 Uno es el resplandor del sol, otro el de la luna, otro el de
las
estrellas. Y una estrella difiere de otra en resplandor.

42 Así también en la resurrección de los muertos: se siembra
corrupción, resucita incorrupción;

43 se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita
fortaleza;

44 se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Pues si
hay un cuerpo natural, hay también un cuerpo espiritual.

45 En efecto, así es como dice la Escritura: = Fue hecho el primer
hombre, = Adán, = alma viviente; = el último Adán, espíritu que da vida.

46 Mas no es lo espiritual lo que primero aparece, sino lo natural;
luego, lo espiritual.

47 El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo, viene
del cielo.

48 Como el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como el
celeste, así serán los celestes.

49 Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre
terreno, llevaremos también la imagen del celeste.


50 Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el
Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción.

51 ¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos
seremos transformados.

52 En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta
final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles
y
nosotros seremos transformados.

53 En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de
incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad.